jueves, 15 de septiembre de 2016

HOSPITAL DEL CARDENAL SALAZAR (FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS) CORDOBA


El antiguo hospital del Cardenal Salazar, también conocido como hospital de los Agudos, fue un hospital de la ciudad de Córdoba (España), enclavado en plenobarrio de la Judería, construido en el siglo XVIII en estilo barroco. El edificio actualmente aloja la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba.

Originalmente, este edificio se concibió como colegio para los acólitos y niños de coro de la catedral. Con este motivo el promotor de la obra, el cardenal Pedro de Salazar Gutiérrez de Toledo, perteneciente a la orden de la Merced, compró en 1701 la casa solariega situada frente al convento de San Pedro de Alcántara. El proyecto para esta obra se encargó al arquitecto Francisco Hurtado Izquierdo, quien también fuera maestro mayor de la catedral.
En 1704, Córdoba se vio asolada por una terrible epidemia de peste y ello puso de manifiesto la escasez de centros asistenciales que tenía la ciudad. Esto impulsó a los dos cabildos, municipal y eclesiástico, a solicitar del prelado que desistiera de su primitiva idea y convirtiese su primer proyecto en un hospital que sirviera para remediar la precaria situación sanitaria de la ciudad, idea que el cardenal, por entonces obispo de Córdoba, aceptó de buen grado, dotando a la nueva fundación de rentas cuantiosas. El hecho de que la obra estuviera ya casi acabándose cuando fue decidido el cambio de funciones, justifica la circunstancia de que su planta no se ajuste por completo al modelo tradicionalmente empleado para las edificaciones de uso hospitalario.
En 1706 se produjo la muerte del cardenal Salazar y Toledo, quedando entonces al cargo del proyecto el deán de la catedral, Pedro Salazar y Góngora, que era sobrino del cardenal y su albacea testamentario, el mismo que años más tarde en 1738 sería designado obispo de Córdoba. Se hicieron entonces algunos añadidos al proyecto original, buscando la mejor adecuación a sus nuevas funciones, inaugurándose finalmente el hospital el 11 de noviembre de 1724. En sus salas tienen acogida al principio, además de los enfermos pobres, los presos y dementes e incluso trransitoriamente, es hospital militar durante la Guerra de Independencia.
Cuando en 1837 se produce la fusión de los múltiples hospitales que en Córdoba existían, siguiendo lo ordenado en el Reglamento General de Beneficencia Pública de 8 de septiembre de 1836 que dispone la separación de los orates en hospitales adecuados, así como la ubicación de los enfermos crónicos en departamentos diferentes a los agudos, el hospital del Cardenal es destinado precisamente para este último tipo de enfermos, de cuya coyuntura tomará el nombre con el que se le conoció hasta su extinción en 1969: Hospital de Agudos.
Desde 1853, durante su época como hospital, la asistencia directa de los enfermos corrió a cargo de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
Entre 1871 y 1874 fue sede de la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Córdoba, ya que era el único de los existentes en su época que reunía todas las características necesarias para hacer compatible la docencia teórica con la práctica y con la labor asistencial.
A lo largo del siglo XIX y en el XX el hospital fue cambiando y ampliando sus dependencias y así pasó a ser colegio universitario en 1970, tras la extinción de aquel en 1969Rafael de la Hoz Arderius construyó el vestíbulo de columnas previsto como antesala de un salón de actos que nunca se llevó a cabo.
En 1980 se proyectó la ampliación del recinto con nuevos espacios de estética pretendidamente postmoderna, que rompe el armónico vestíbulo de la Hoz. Esta obra, terminada en 1987, contiene biblioteca, salón de actos y despachos. El proyecto ha sido realizado por el arquitecto Rafael Daroca y las obras se han realizado bajo la dirección de Rafael Montero.
En la actualidad, el edificio presenta planta casi rectangular, en la que se inscriben dos patios de desigual desarrollo, en torno a los cuales se estructuran las diversas dependencias que componen el recinto.
El patio principal, sobrio y bien proporcionado, es cerrado y de doble planta, solución que se da con frecuencia en la arquitectura cordobesa de esos años. Muestra vanos rectangulares rematados por frontones triangulares en el cuerpo inferior y curvados en el superior, articulándose en vertical por medio de pilastras. A este patio abren galerías cubiertas por bóvedas de arista apeadas en ménsulas, tanto en la planta alta como en la baja.
El patio claustral, también de dos plantas, presenta arcos de medio punto de ladrillo sobre columnas en la zona inferior, en tanto que la parte superior, cerrada, tiene vanos rectangulares cuya única decoración la constituye el sencillo marco de fábrica que lo rodea.
Entre ambos patios está colocada la escalera principal del edificio, que destaca al exterior como torreón; muy bella de proporciones, está concebida en dos tramos de sentido inverso unidos por un amplio descansillo y con embocadura de arco doble. La cubrición se hace por medio de una bóveda de cañón con lunetos.
Entre las dependencias conservadas del antiguo edificio conviene destacar las antiguas capillas alta y baja, actualmente convertidas en aulas, ambas de planta rectangular con cubiertas abovedadas en las cabeceras y de cañón escarzano en la nave. Sobre la puerta de acceso a la capilla baja se halla un pequeño edículo avenerado, de estética setecentista y diseño similar al de un ático de retablo, en el que está alojada una imagen del arcángel San Rafael, representado con sus tradicionales atributos: el bordón de peregrino y el pez.
En el exterior la construcción muestra también dos pisos, cuyos vanos se decoran con idéntico ritmo al del patio, con frontones triangulares y curvos separados por dobles pilastras. La portada, distribuida en dos cuerpos y realizada en piedra, es adintelada con columnas exentas laterales; por encima corre el entablamento que marca el tránsito al segundo cuerpo, donde se abre el balcón flanqueado por segmentos de frontón curvo, rematándose con un arco de medio punto sobre pilastras que cobija el escudo del cardenal. La clave del arco se resalta con un relieve a manera de acrótera con irónica cabeza de querube, a juego con la notable serie de rostros monstruosos que adornan la cornisa del edificio.


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Domin Baena

lunes, 11 de julio de 2016

EL BOSQUE DE LOS SUICIDIOS.

El bosque de Aokigahara, la meca de los suicidas en Japón.





Mmm… el monte Fuji, todo un icono de Japón, con su cumbre nevada y, en primavera, con ese estallido de color de los miles de almendros en flor que pintan la estampa de tonos blancos y rosados convirtiéndolo en una ilustración de cuento de hadas. A un tiro de piedra de Tokio, aprovecharemos la visita para dar un pequeño paseo por sus laderas.
Ya hemos llegado.
Es increíble que exista un lugar tan agreste y tan cercano a una de las ciudades más pobladas del planeta, la verdad es que toda la vasta extensión que rodea al monte Fuji está de lo más cuidada y protegida, las pocas edificaciones que se pueden encontrar respetan el entorno y pasan bastante desapercibidas. Ha sido un día duro, hemos subido hasta la cumbre del monte para disfrutar un buen rato de las vistas. Aquello es tan bonito que se nos ha ido el santo al cielo y comienza a atardecer en pleno descenso.





Como somos más chulos que un ocho, para atajar decidimos tomar un sendero que partía del camino principal y como no, nos hemos perdido. Como única referencia tenemos el monte a nuestras espaldas y a lo lejos, la enorme mancha gris que es Tokio.
A medida que descendemos la perspectiva hace que la ciudad vaya desapareciendo y ante nosotros solo tenemos una oscura y gigantesca zona que parece un bosque denso y tupido.
Por suerte, todavía queda un buen rato de luz y estaremos al otro lado antes de que anochezca.
Encontramos un sendero que se introduce en el bosque y para allá que vamos…



A los pocos pasos encontramos un curioso cartel, el que más entiende de japonés del grupo va descifrando lentamente lo que pone en él:
“Tu vida es valiosa y te ha sido otorgada por tus padres. Por favor, piensa en ellos, en tus hermanos e hijos. Por favor, busca ayuda y no atravieses este lugar solo”.



Mientras caminamos, observamos que ciertas partes del bosque están cerradas con cinta policial e incluso en algunos lugares hay carteles que prohíben el paso. Suponemos que es para la conservación del bosque, para que la gente no salga de los pequeños senderos y moleste a la fauna o ensucie más de la cuenta el paraje. Continuamos nuestro camino…



Ya llevamos más de media hora caminando y los ánimos comienzan a decaer, cierto nerviosismo se instala en el grupo que involuntariamente acelera el paso por momentos. Las bromas han cesado y todos caminamos en silencio observando el extraño escenario que nos rodea. El que encabeza el grupo se para de golpe y se queda observando algo a su derecha, en un pequeño claro, el resto nos acercamos con curiosidad para ver qué es lo que ha detenido sus pasos… ¡La virgen! ¡Ante nosotros están los restos de una persona!


Estupefactos ante el macabro hallazgo todos tenemos la misma reacción, salir de allí cagando leches y emprendemos de nuevo el camino como alma que lleva el diablo. Mientras corremos observamos que el primer esqueleto no es el único, de reojo vamos viendo despojos de otros cuerpos humanos.


Ya hemos perdido la cuenta del rato que llevamos corriendo por este tétrico lugar, alguno del grupo comienza a decir que estamos corriendo en círculos y que cree que por algún lugar hemos pasado ya en varias ocasiones. Otros dicen que no, que vamos por el lugar correcto y que no tardaremos mucho en salir de este infierno.
Mientras continúa la discusión aparece ante nosotros, entre los arbustos, algo que parece una tienda de campaña o una especie de chabola montada con plásticos y cartones. Nos acercamos para ver que es, quizás en el sumun de lo macabro a alguien se le ha ocurrido pasar unos días de acampada en este lugar tan terrorífico. Cuando meto la cabeza en el interior lo que me encuentro es todavía peor que los huesos esparcidos que nos habíamos topado hasta el momento… un cuerpo medio momificado descansa en el interior entre ropas sucias y pestilentes. Tras una vomitona antológica salgo de nuevo a la carrera y el resto del grupo hace lo mismo, incluso algunos no tienen reparos en adelantarme a los pocos segundos.




La dieta a base de soja y shake de los últimos días no ayudan mucho y comienzo a sentir punzadas de dolor en los costados. Ya hace un rato que me he desprendido de las piedras volcánicas que cogí en la cima del Fuji para llevarme de recuerdo, pero aún así la mochila me pesa una tonelada. Estoy pensando en detenerme un rato a descansar cuando noto que el bosque comienza a clarear, quizás estemos ya en los lindes y decido hacer un último esfuerzo. El grupo corre desperdigado, unos delante, otros más atrás.
A lo lejos parece que veo a alguien, ¡si! allá hay gente, por fin vamos a salir de este puñetero lugar. Pero al acercarme noto algo extraño, esta gente está inmóvil, ¡coño! ¡!están colgando de sogas¡¡
Ni mochila ni ostias, me desprendo de todo y corro todo lo que me permiten mis piernas y mis pulmones hasta que, por fin, consigo salir del bosque. Pálidos como lápidas, algunos compañeros esperan fuera del bosque, temblando y en silencio esperamos hasta que se reúna todo el grupo y, arrastrando los pies, emprendemos el camino por el arcén de la carretera en busca de nuestro vehículo. Esta noche vamos a necesitar unas cuantas botellas de licor para recuperarnos de nuestro peculiar paseo.

martes, 16 de febrero de 2016

EL FANTASMA DEL NONO

EL FANTASMA DEL NONO




En la calle Blanco Belmonte, muy cerca de la juderia, se encuentra el viejo palacio de los Condes de las Quemadas un edificio del siglo XVII, que hasta hace poco tiempo fue Escuela de Arte Dramatico y Conservatorio de Musica.

La leyenda de este palacio cuenta que un viejo zapatero no viendo otra salida a sus problemas se suicido en el edificio, y esta condenado a vagar por toda la eternidad en el mismo lugar donde perdio la vida, es el Nono.

Son bastantes los testigos que dicen haberse encontrado con el espectro del Nono.
Una de las alumnas cuenta que una tarde despues de ensayar cuando estaba recogiendo sus cosas, sintio andar por el pasillo, pero la puerta se abrio, se cerro y no entro nadie, penso que habia sido el aire, pero volvio a sentir pasos alli mismo, y alli estaba ella sola, sintio frio, y una voz que le decia "no tengas prisa", entonces salio corriendo y no volvio mas sola.

Un guardia de seguridad de la escuela tambien cuenta que hace casi una decada, una tarde se encontraba en la planta baja cuando sintio como si alguien o algo rompiera el cristal de una ventana, fue para ver que estaba pasando, pero no encontro nada, cuando ya se marchaba de hacer aquella ronda algo llamo su atencion; "Era un hombre embozado en una vieja capa con sombrero y botas que caminaba hacia uno de los pasillos.... lo llame y el tipo se volvio, agacho la cabeza, descubrio sus ojos , me miro fijamente y supe enseguida que aquel hombre no era de este mundo".

Otras personas, sobre todo alumnos tambien cuentan su experiencia en el interior del edificio, siempre en la misma clase, la clase maldita, la numero 5.
Hoy el edificio esta cerrado, abandonado y en estado casi ruinoso.